En el canto de los pájaros
o en el rodar de un arroyo,
en las voces de los niños
o el abrirse de una flor,
en el amor de las mujeres
que se juegan a la vida,
aunque mueran los poetas:
¡vivirá la poesía!
Cuando cruja la madera
por el hacha quebrantada
o una pala o una azada
paren al caer la tarde;
cuando la mano de un hombre
busque el calor de su esposa,
cuando las luces se apagan,
cuando se aquietan las cosas.
En un tropel de caballos
sobre una pampa bravía
o en las manos callosas
de un padre trabajador,
en una cuna, una plaza,
una casa o en el sol,
mientras exista el amor:
¡vivirá la poesía!
Y, si en la ola espumosa,
clavando un barco su quilla,
en los barcos y en los puertos,
por todas las radios se oiga,
la increíble noticia,
que los poetas han muerto;
en el balanceo de la nave:
¡vivirá la poesía!
Cuando los tiempos se acaben,
cuando la tierra termine,
cuando habiten otros mundos
los elegidos de Dios...
y la realidad supere
la más alta fantasía...
entre el amor y la gloria:
¡vivirá la poesía!