No estamos casados.
Convivimos separadamente
desde hace varios años.
Me dedico a la venta
de bienes raíces,
o de lo que fuere,
no tengo temor
de trabajar
en lo que esté dentro
de mis posibilidades.
Una pareja de casados
tiene problemas conyugales.
¡quién no los tiene!.
La pareja que no ha dado el sí
públicamente en la iglesia,
también tiene sus pro y sus contras.
Pero estamos más libres.
Me gusta la libertad.
No me agrada la monotonía.
Soy pacífico, pero cuando me enojo,
soy terrible.
Pero después se me pasa,
y vuelvo al pacifismo.
Me siento sincero
cuando digo que amo.
Y me agrada me digan
sentimientos del corazón.
Hemos tenido una de tantas discusiones.
Pero esta vez ha sido una de las más bravas.
Tú te dedicas a no hacer nada.
Vives solamente.
Después que te retiraste de casa,
saliste hacia la calle.
Estuve, sin darte cuenta,
siguiéndote los pasos.
Te paraste a comprar una revista.
Hiciste un par de cuadras.
Muy lentamente seguí tus pasos .
Entraste a un bar.
Te arrimaste a una mesa.
Un caballero te esperaba.
Se dieron la mano, saludándose.
Estaba yo cerca de la vidriera, contemplándolos.
Tomaron algo. Él te entregó un dinero.
Después, se retiró.
Quedaste sola en la mesa.
Entro al bar, me acerco a tu mesa.
Al verme, no te sorprendiste.
Lo tomaste con total naturalidad,
como si me hubieses estado esperando,
que no era así.
Nos miramos muy detenidamente a los ojos.
Sin articular palabra ninguno de los dos.
Te estreché la mano,
tú te levantaste,
seguimos mirándonos fijamente.
Acerqué mis labios a los tuyos.
\"Que tengas una mejor vida\", te dije.
Giré, me fui hasta la puerta giratoria,
y muy lentamente me dirigí
a mi casa, sin pena, sin dolor, sin angustia...
Le di final a una relación,
fue mejor así...
Derechos reservados del autor Hugo Emilio Ocanto - 08/11/2013)