PETALOS DE NOCHE

... como el mar] [Un sentimiento relativo...




 

… has querido dejar una lágrima sólida
   enterrada en esos labios frágiles,
   como perla naufraga en la penumbra
   aferrada a las costillas de carne,

… has querido desnudar tus ojos en la oscuridad
   aferrada a los dioses marchitos en la soledad,
   como astros puntiagudos al exilio de la luz
   enterrados en esa piel de alquimia lumínica,

… has querido desangrar las manchas del mar
   sobre el velo arrugado que besa tu sal,
   como rasgo íntimo de una gran guerra
   dentro de una pérdida, lenta y fría… dolorosa-


El cadáver de mi cuerpo divaga...
        sobre sienes perturbadas

                 al horizonte difuso
con mi nevado arrepentimiento interno...

me arrodillo las manos,
desdoblando mis extremidades íntimas

a un torcido encuentro con la muerte-

  donde me invento torcido,
sintiendo mi sangre veneno,

arrugándome los ecos torácicos
     a un sonido óseo estridente
        en mis ojeras desnutridas

donde mis ojos se clavan en el océano desvalijado de estrellas,

contándome una y otra vez las ovejas anegadas en mi onírico lamento

al encontrarte arrojada al mar en esa tierra bañada de lágrimas

donde renaces como placer al río menguante de mi sangre en soledad*


insisto clavarte mi sed en tu saliva oxidada
y
caer
entrelazado
a tu telarañas
         metálicas

                     para que las moscas de barro
no nos quemen el origen de nuestra creación
                           con sus impúdicas larvas

que contaminan nuestros ecos ahogados en la savia inquisidora del cielo
                donde te ultrajas al verbo de permanecer amarrada al vacío
                              en el acuario que te destruyes el aliento quebrado-


Ríes y pareces abotonar la extensa silueta de la azul celeste
           envenenada en la oscuridad, que permanece perene
                ante los azotes de una melancolía de flor pisada
por las sombras pusilánimes de peces suicidas en tus labios,


... se nos ahoga una palabra, el cristal de los ojos se quiebra,

                     y no eres tú,

los pedazos de un mar cayendo,

sino que,
            es la lluvia desgarrando tus ojos
 

hasta verter
                la bipolaridad del músculo sanguíneo

                que asfixia
                              “la reiteración de la sangre al marcar el tiempo perdido…”