ALVARO J. MARQUEZ

CUENTA LA HISTORIA

   Cuenta la historia que dos personas se conocieron, un hombre y una mujer, iban por caminos distintos, él un hombre acostumbrado a ver mujeres bellas y ella exactamente eso... una mujer bellísima. Cuenta esa misma historia que ambos se juntaron una vez y que esos minutos que pasaron juntos dejaron marca, dejaron huella y que esa marca, esa huella, perduraría en ellos mucho tiempo.

   Ella se encontró de pronto con un hombre que la desnudó y no sólo desnudó su piel, tambien desnudó su alma y le cerró los caminos para dejarle sólo un camino abierto... el que la conduciría a sus brazos, a su sentir intenso e infinito con latidos que repetían su nombre de mujer.

   Cuenta la historia que las noches fueron sorprendidas en la cama de ella con orgasmos que gritaban el nombre de él y fueron muchas noches y fueron muchos orgasmos y hubo deseo y hubo pasión y un amor inesperado con el cual ninguno de los dos contaba, que se presentó marcando el corazón de ambos y ni el tiempo luego lograría borrar esas marcas. Ella desnuda escribiendo, desnuda pensando, desnuda sintiendo y él admitiendo ser la causa y el dueño de esa desnudez, de esa emociones y dándole a cada encuentro su color, su temple, su intensidad.

   Cuenta la historia que ambos se separaron, él lejos tratando de olvidarla con otros rostros, otras pieles, otras miradas y ella debiéndose a otro intentando encontrar en sus adentros la calma que había perdido desde que aquel volcán con figura de hombre encendió sus días. Cada uno por su lado buscando distintos destinos, pero de alguna manera se daban cuenta de que el nudo que antes los ataba seguía allí, apretando, impidiendo cualquier intento de huida, obligándolos con frecuencia a mirar atrás, hacia los días inolvidables que iban volviéndose lejanos.

   Llegaron otros amaneceres y otros anocheceres pero ahora abandonados en la soledad, en la nostalgia, en el miedo de sentir un amor que los atrapara, una pasión que los quemara y que el nudo que una noche los ató, ya no se desatara más. Hoy llega la noche y la luna no los alumbra pero sabe que hay sentimientos renuentes a morir, deseos que aún viven en la piel de cada uno. El viento sopla sin rumbo fijo y encuentra en su camino un recuerdo, una lágrima, un olvido no aceptado ni permitido, de dos seres que aunque lejos, aunque evasivos, siguen en la distancia escribiendo su historia.


Poema original de Álvaro Márquez
Venezuela
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10/11/2013