Marisol-coincidir

Mi realidad

Me inserto en una realidad que no es la mía. Una que es alterna, llena de caprichos de alguien más y controversias acordes a un futuro que ni siquiera he llegado a imaginar. Suelo pensar que es el resultado, de noches de tormento y días de insomnio. Ascender y descender de alegrías y tristezas es algo natural que rara vez logro descifrar “el como” o el “por qué”. Comprendo que vienes de un mundo diferente al que habito, uno distante con idiomas no reconocidos y costumbres que no logro comprender. De todos modos intento pertenecer a él. No hay nada absoluto, ni el odio, el olvido y ni siquiera el amor. Necesito saber que estarás ahí mañana, al salir el sol, al ocultarse la luna. Quiero comprender éste sitio al que mi alma ha caído. Saber que no soy la única que tiene sus manos llenas de quimeras que se escurren como arena entre sus dedos. Amanece, debo ocupar nuevamente mi lugar, en esto (que llaman) una realidad absoluta. Llenarme de palabras, que me transporten a esa parte del universo a donde nadie más sabe llegar. Ahogarme entre estrellas y navegar sobre nubes. Contemplar el infinito y abrazar lo inexistente. Nacer nuevamente para refugiarme en los brazos del destino, permitir que me arrulle y abra nuevos caminos ante mí. Quiero llegar a tus sueños, perderme en tus pensamientos, recorrer el mundo en tu aliento y permanecer un segundo en tus labios. Aceptar todas las realidades si perteneces a ellas, o no vivir en ninguna, es que no formas parte de esos ensueños furtivos.

Creo enloquecer, arlequines vestidos con trajes grises se presentan ante mí, llevan rostros sombríos y aunque mueven sus labios, de sus bocas no nace ningún sonido. Pretendo marcharme pero su gravedad me atrae. Incultos seres que no entienden a do mi alma pertenece. (Aunque a veces tampoco lo sé yo) Prefiero refugiarme en el silencio de tu voz, a permanecer en el bullicio del gentío que no comprueba mí existir. Voy descubriendo que los símbolos no siempre son bien leídos y que rara vez las señales son comprendidas. Y aunque muchos observan, pocos son los que ven lo que señala la escritura. Imaginan que pueden ser parte de un mundo al que no saben entrar y aunque la puerta suelen aguijonear con gran brutalidad, no podrán por ella pasar. No es la mano mortal lo que suele la entrada a éste mundo abrir. Lo hace la entelequia. Algo que aunque todos tienen la mayoría ha olvidado como utilizar. A veces pertenezco a realidades que no son las mías…son tuyas, porque eres, mi única realidad.