Erase una vez un hombre,
regordete, con barba frondosa,
que quería solo 3 cosas,
sus dientes, su casa y escribir.
El pobre hombre estaba decepcionado,
del mundo a pesar de todo seguía escribiendo,
en las hojas de humildes cuadernos,
escribía poemas y cuentos.
Recorrió su pueblo, y, a todos les habló,
por un tiempo deambuló, hablando de Dios,
y, nadie le creyó, lloraba desconsolado,
por su ilusión de ayudar a los mendigos.
Nadie lo quiso ayudar, en una ocasión,
tuvo que escoger, y, escogió a su familia,
en la plazuela de su pueblo, llegó su amor,
con su pequeño hijo, y, se marchó.
Y entendió que todo lo que tenía,
era su familia, y, que por ella lucharía,
y, vivió, luchando en paz por sus causas,
esperando una oportunidad en paz.