Habrás sido lo que fuiste
(he leído tu biografía),
siempre se tuerce la historia
(en todo está la política).
Rimas... leyendas... poesía...
a través de muchos años,
tú acompañaste los sueños
de pueblos de habla latina.
(Los míos, Gustavo, los míos,
¡en los tiernos años míos
en que empezaba mi vida!)
Me enteré que dibujabas,
y era igual que en la poesía,
tus dibujos, excelentes,
¡versos hechos geografía!
Que tuviste un tiempo bueno,
y otro ¡una porquería!,
porque pasabas enfermo
y algunos no te querían...
Porque fuiste traicionado
en vez de ser venerado,
por la que más te debía...
¿Sabes qué?, hermano Gustavo,
¡mi historia es muy parecida...!
Cuando yo era adolescente
me aprendía tus rimas,
las recitaba a los vientos,
a la noche... y a las niñas...
(hasta hoy día me sorprendo
repitiendo tus estrofas
cuando veo golondrinas...)
El tiempo es inexorable
y mi sayo tiene tiempo,
como a ti, también se me hace,
que más veloz va corriendo,
¡para mí, no para el resto!
y, como te sucedía,
me siento viejo y enfermo
(antes de tiempo, Gustavo,
antes de tiempo...)
Me dicen que no te copie,
que es diferente el momento,
que ya no hay romanticismo,
ni amor... ni siquiera sueños,
que el dinero es ahora
el más grande de los versos,
que todo se compra y vende,
ternura, caricias, besos...
que todo se cambia por autos,
farra y aturdimiento,
que vale más una piedra
que brilla, que una estrella,
que somos unos estúpidos
los bardos y los poetas...
Que te moriste de balde...
¡que vaya a vender galletas...!
Gustavo, vate de España,
y de todas las Américas...
no me importa lo que digan,
yo sigo leyendo “Rimas”
y también viejas “Leyendas”,
sigo construyendo versos
para que esto no muera,
sigo muriendo más rápido,
total, ¡qué importa si muero!,
sigo cantando al amor
(alguien habrá de creernos,
después de todo, Dios manda,
y a alguno le toca hacerlo...)
Sigo soñando en las noches
bajo la luna y estrellas...
Y cuando las miro, te busco...
sé que estás en una de ellas...