Las melancólicas notas de un bolero,
se deslizaban suaves y profundas por todo su cuerpo…
El húmedo vaso de licor subía frenético a mi boca.
Los acordes del piano se clavaban en mí
como aguijones de miel y esperanza.
Así, contemplando su frágil figura
entre los brillos de las sutiles luces,
su cuerpo se dibujaba haciendo una perfecta silueta.
Nada ya existía a mi alrededor…
nada más que su imagen.
Sin ningún esfuerzo encontré sus ojos en la oscuridad,
bastó que reparara en el brillo de sus pupilas
para saber cuánto nos estábamos necesitando…
Deslicé mi mano y encontré las suyas,
frías, húmedas, sentidas…
Los dos, al mismo tiempo,
nos fuimos buscando lentamente...
tomé su cintura y el corazón me dio un vuelco,
sentí la sensación del temblor de mis piernas,
su magia me había invadido…
comencé a acercar su cuerpo hasta el mío
y allí empezó nuestro delirio...
poco a poco nos fuimos estremeciendo...
sentí lo más sentido,
acerqué mi boca a su oído, para decirle te quiero...
su cuerpo se calcó sobre el mío
sus rodillas me tentaban… me recorrió un tenue frío,
su pecho contra mi pecho, su pubis me acariciaba…
Y así... entre las notas de ese piano dulce y eterno
comprendí lo que es vivir un implacable sueño…