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Una idea agita mi letargo.
Me incorporo, demacrado por sospechas.
Algo, sutil y siniestro, ha inducido
la pérdida de concentración.
Cuando intento retomar el flujo onírico,
mis pies devienen arena,
y a las manos no reconozco.
Temo ser otro, estar capturado
en la vigilia de alguien más.
Soles diferentes
esperan tras la difusa puerta.
Mi salvación es posible
si recobro la fisonomía anterior
al momento del sueño.
Pero dudo,
me cuesta asumir esa antigua identidad.
Tal vez ahora, imbuido de pensamientos que no gesto,
halle los caminos hacia el sitio
que supongo mi hábitat.