Hector Adolfo Campa

Incógnita belleza inmaculada...

Incógnita belleza inmaculada,

Ladrona de los suspiros de mi alma,

Las flores se sonrojan cuando pasas,

Y mi pecho retumba, te alaba;

Experimento todo, todo menos calma,

Las bellezas del mundo parecen escasas.

¿Y tú? impávida, abismada.

Intriga mía, pasión amada.

¿En qué se pierde tu mirada?

 

¿Qué será lo que secuestra sus pupilas?

¿Acaso es un sueño fantástico,

Un cuento bohemio, romántico,

Un ave sagrada, un cántico?

¿O simplemente rehúye a mis miradas?

 

Quisiera poder ver aquel mundo distante,

En ese donde danza cuando camina solitaria,

¿Habrán faunos profetas y hadas temerarias?

¿O licántropos malignos y caos reptante?

 

¿Qué esconde el lienzo blanco de su ser?

Tal vez un mundo de colores vistosos,

Lunas de diamantes y paisajes bastos.

¿No sería hermoso siquiera poderlo ver?

 

Me pregunto qué palabras esconden sus labios,

Cuanta magia hay detrás de sus luminosos ojos;

¿Sería mucho pedirle sonrisas como obsequios?

Un gesto ya sería el mayor de los elogios.

 

Dama distante del hastío cotidiano,

Reina de los poemas de mi mano,

¿Debo temerle a tu mundo lejano?

¿Acaso es tan excelso, tan sano?

 

Aunque, pensándolo bien, pido demasiado;

Simplemente su presencia que me agita,

La guerrilla de mariposas en mi vientre,

Perfume placido de su cuerpo que levita,

¡Su caminar cautivador, su porte encantado!

Esa dama me inspirará mientras exista,

Loco suena, loco es, pero, ¿aún le temeré?

 

Quisiera saber que hay detrás,

Sólo por placer, por necesidad,

Por deseo, por alivio quizás;

 

¿Alivio? ¿Será acaso enfermedad?

Si lo es, no me vayan a curar,

Así soy feliz, sin miedo a exagerar.