cual gacela cogida de mi mano
suave te recuestas,
sobre el heno del pajar.
Temblando enardecida,
aguardas el atisbo de mis caricias
rozar tu piel.
Mis labios
aspiran el perfume de tu cuerpo,
libando el nectar de tu cáliz
degustando el vino
del placer.
Al acoplar nuestras esencias
las bocas se unen,
en eterno y ardiente beso.
Unidos en uno solo,
cohabitamos entre llamaradas de petate
buscando calofrios soñados.
Este instante
fue el lugar y el momento preciso.
No requerimos cama
ni almohada.
Fuimos tu y yo,
frenéticos de amor embriagador.
en loco arrebato
sensual.
Fundidas nuestras carnes
ínanimes quedaron.
bambam