Cuando la luna tendió
sus brazos sobre ese lecho,
pintádolo de dorado
el cielo blanco del techo.
esas sábanas rosadas
como olas en acecho
de esos cuerpos pintados
con sudor y muchos celos
ella mirando su cielo,
con unicornios al viento
El entre río y volcanes
que se uniran en encuentros.
El jardín de ese Edén
con manzanos y serpientes,
tentaciones que ya llegan
anclándose entre las pieles,
Ella su piel dorada
la de él de oliva y placeres
Un temporal de quejidos,
una calma hecha vals
con suavidad y vaivenes,
siendo las aguas del río
salida de las vertientes
ella bajó adormecida
sus parpados color de mieles,
él acunó a la amada
su sueño como de reyes,
ella, la reina cansada,
eran los cuerpos inertes.
La noche cogió sus sombras,
retirándose sin leyes
dejándo a la pareja
con alegría en sus pieles.
El bajó la colina
donde gozó de quereres
saciando,su amor dormido
entre besos y placeres.