Mira conmigo la poesía de la
existencia, nada es igual
cuando son dos los que miran.
Dos palabras acarician la luna
entre las ramas, por dos veces
su luz de plata y su largo velo
se vuelven agua, una flor en mi
mano silencia a tu mano que tiembla,
son dos las razones que preguntan,
las nubes y el cielo su respuesta,
dos ventanas se abren estrechas,
por dos veces las hojas de otoño
enturbian los sueños,
y se entrega el poeta como rendido,
y la brisa lo acompaña con rosas en llamas,
son dos las pieles enamoradas,
un alma y un suspiro.
Dos bocas abiertas provocan,
una lentamente recoge el aire,
la otra débilmente cierra lo ojos,
son dos, el blanco y negro de un poema,
el amor que crece por los muros,
la máscara de las letras, dos sombras que miran
y levantan la voz cual ave,
en dos el paisaje, la espera y la memoria.
Un hombre y una mujer son dos,
el amor nuevo sin lastimar,
el encanto de una gota de rocío,
el que se va, el que se queda,
el viento que puede donde los niños juegan,
son dos los sosiegos de una mirada,
la que te bate dormido,
la que te envuelve madura,
la ternura que en los labios libra
si conceder el hilo, si reservar la lluvia,
son dos, todo lo que pido,
que la casualidad se cruce en tu camino,
que viendo muchos soles yo te vea pasar,
dos, para poder florecer,
para aprender a respetar,
para entender que la felicidad es un amor enamorado,
dos manos, como el tiempo de las horas,
mientras el alba asoma pintarrajeada y grotesca.
¡Mira conmigo la poesía de la existencia!,
la llama nace, sueña, se despliega,
y en cántaro roto es un interminable cometa de agua,
¡nada es igual cuando son dos los que miran!
T de S
MRGC
Namaste