“EN EL MONTE DEL OLVIDO”
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Hoy yo quisiera versar,
en un romance que cuenta,
que me encontré sin querer,
dando hace poco una vuelta,
en el monte del olvido,
una flor tan triste y yerta
que me dejó ese dolor,
que invade el alma de pena.
La recogí con el mimo,
que exigía su belleza.
De cristal era su talle,
puro cristal de bohemia,
que miedo me dio por su
fragilidad tan extrema,
Tan solo puedo decir,
que es para mí la más bella
flor que jamás nacerá,
en este inmenso planeta.
Hermosa como un gladiolo,
tan sensual y tan morena,
que dentro de su vestido,
no va mujer, va princesa.
Se ajusta su corta falda,
como un guante a su cadera
y lleva escritas dos curvas
en el pecho, que marean,
tremendo escote que dice,
que tocar prohibido queda,
por ser tan mortal pecado,
como mortal su condena,
solo se puede mirar
y pensar que es gloria eterna.
Tiene un lunar en la boca,
que el suspiro lo congela.
Hay otro bien escondido,
que hará pecar si se encuentra,
como pequé al recoger,
escondida entre la brea,
una flor que moribunda,
a los pies de una azalea,
me miraba y me pedía,
al verme dar una vuelta,
por el monte del olvido,
marchitada y casi muerta,
-“recógeme con tus manos,
con tus manos de poeta,
no me dejes morir sola,
a los pies de esta azalea”-
Hoy la tengo resguardada,
de las envidias ajenas,
en mil caricias la envuelvo,
para que nunca perezca
y me muero en la fragancia
que me presta estando abierta.
La riega el puro rocío,
haciéndola en mi la dueña,
por ella van estos versos,
por ella estas pobres letras,
por la estrechez de su falda
en su excitante cadera,
por el canal de su escote,
escote que a mí me enferma,
por su cintura de avispa,
que al abrazarla envenena,
por los lunares que adornan,
su principesca belleza,
por ello hoy , este romance,
a la flor que siendo reina,
en el monte del olvido,
yo encontré marchita y yerta,
con la pena de un suspiro,
en abril, dando una vuelta.
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Carles C. 11/XI/2013