Su abrazo, guardián de vidas. Justo en ésta, la mía, posa su refugio dolido..., Sus lágrimas esparcen sed en mis delirios...
Su sombra distorsiona el correteo de la muerte a las orillas del tiempo y la vida yace magullada en hermosas piedras insatisfechas...
Y sin embargo todo existe..., Existe la pluma patona de ojos achinados que se marchita al cielo..., existen los ajíes salpicados de goma púrpura que le temen al miedo..., existe dios, perenne miedo de los polvos desérticos, que nos ha sepultado ajeno.