Tú abrigas mi alma;
tú me das el fuego
con el que se derriten
los témpanos lúgubres
que me entumecieron.
Venciste mis miedos
robaste mis ansias
por eso:
te quiero, te quiero
te lo dice mi alma.
Ven,
que en mi pecho
tienes tu cabida.
Ven,
mis brazos te esperan.
Te quiero, te quiero
lo grita mi alma.
Ya no me resisto,
quiero que me quieras,
quiero darte todo
lo que de mí esperas.