Nublo mi vista al infinito de tus álgidos dedos, nublo mi vista al perderte quizá,
Lo único que nos inspira, mis lágrimas, almas retrospectas sin explicar.
separamos y ennegrecemos nuestro caminar; blandimos la muerte, la domamos;
Magullamos la vida, nos aborrece, nos ama, nos encierra, nos deja flotar: nos vuelve a amar...
Naces,
muero;
Languidecemos;
Nos amamos:
Olvidamos.
Arrastramos extasiados el brillo de la ausencia marchita. macilentos nuestro pasos perturbados en la lóbrega herencia de aslfalto, Aborrecida la consciencia que nos une, que nos aleja, que nos ama. Desvinculamos el ayer, nos olvida, lo deseamos, nos mezquina;
Hace tiempo vomitamos la verdad de el polvo sanguinario.
Teñimos murales
con amaneceres fortuitos,
Los oscurecidos unívocos...
Y lloran, lloran por tu caminar amorfo..., Aman tu mudez agorera; Aman el sopor con el que embelesas al aullido, el aullido fatal, el aullido de las nubes escamosas: su egoísta aullido.
la miran, la maldad está, no está, escapa, o se acerca. Es sólo mia, de ellos, de nadie, de uno solo; de siempre, de nunca. ... El bien esta vez se perdió en su espalda, esta allí, con ella, es su esperma, esparce su putrefacción; se extasian, se invaden, son uno sólo. Se repelen sin resultado; su nada es el eco intrínseco de sus delirios, de su perpetuidad absurda, de su perpetrada muerte.
en los caminos desérticos -perpetración de la nada- nos sepultamos, nos escondemos, nos alejamos, morimos, Y NOS VOLVEMOS A AMAR...