Sé que he dado mucho trabajo a mi Madre al nacer, ya no hablando en su sufrimiento. Pero desde pequeña he trabajado, hasta hoy, no he parado.
Me gusta hacerlo, no dejar mi cuerpo en descanso, sé que soy exagerada, que quedo con el cuerpo dolorido, que inflamo mis cartílagos de las manos de tanto fregar, las piernas gritando diciéndome, ¡“para”! Las plantas de los pies doloridos de tanto andar de un lado al otro. No quiero dejar de moverme, no puedo, hace parte de mí.
He entrado en el maratón de la vida, no para ser primera, solo para llegar al final.
Sin edad, sin restricciones, sin pena ni arrepentimiento, mientras pueda haré siempre lo que quiero.
Ya llegará la hora en que sin pena ni gloria descansaré sin quererlo. Y es para siempre.
Mi momento de descanso, es delante del ordenador, un ratito mirando el nada pues la niebla ni la acera me deja ver. Con sol sin gemelos alcanzar los montes lejanos para allá de la ciudad. Seguir una gaviota en su vuelo en círculo, por encima de los tejados.
Descansar, sí, por la noche, dormir, dejar salir mi alma del cuerpo, olvidar preocupaciones, marchar no se para dónde, hasta que me despierten.
A dios gracias doy por mi fuerza, mi voluntad, mi inquietud, por la sed de aprender y saber una cosa nueva todos los días. Hacer de cuenta que estoy en Tibete, en el alto de la montaña, con todo lleno de blanca nieve y el silencio hablando en mi íntimo.
Orgullo de mis Padres, sé que lo soy. Es lo que importa. Ellos son eternos para mí.
Insondable es el ser humano, por mucho que estudien su mente, no saben nada.
Ser distinto no es enfermedad, ser lo que somos, es frontalidad, afirmación de la vida en su plenitud.
Miro hacía dentro de mí y lo que veo, me gusta. No tengo que limpiar nada, está todo brillante sin polvo de odios, envidias, ni remordimientos. Será por esto que mi cuerpo no para. Quererla volar, no tengo alas, mismo así para lejos voy vivir lo que quiero y tener momentos inolvidables en mi sentir, que no dura más que instantes.
Cuando recibo E-mails con paisajes bellas de sitios distantes, al rato allí estoy. Flotando con suavidad sin tiempo, ni realidad, dentro de lo que miro, ando, sin pensarlo.
Ya tuve mi momento de descanso, de nuevo a moverme. Parada nunca. Hormiguero en mí, para intentar embellecer un poco mi casa y mi entorno.
Quiero sentir perfume en el aire, ver flores en las jarras, quiero sentir, que con poco se puede tener todo, para tener felicidad.
Al atardecer si dios me lo permite, manchare mis manos pelando castañas recién asadas en algún carrito de la ciudad, saboreando y envolviéndome en el humo que tiene olor de otoño en el día de San Martin.
Porto, 11 de Noviembre de 2013
Carminha Nieves