Consumo las alturas
Y muerdos sus lamentos
Surco sus caminos
Explorando sus entrañas
Descubro en cauces peregrinos
El sabor incólume de la montaña
Guardo en sus picos
El silencio frío
Como extraña corriente
Que su inerte pie
Guía con celos
Al ancho río
Llenando sus voces
Con piedras y risas
Sembrando los valles
De ajuares y sueños
Orillando esperanzas
En la corriente del tiempo
Consumo, su peregrinar eterno
Y me sumerjo en sus profundidades inéditas
Cuyas grietas, me consagran la luz
Que la vida reclama