Mara Acevedo

Dios lo sabe todo

Señor, tu me examinas y conoces,

sabes si me siento o me levanto,

tu conoces de lejos lo que pienso.

Ya estè caminando o en la cama me escundriñas,

eres testigo de todos mis pasos.

Aùn no esta en mi lengua la palabra

cuando, ya tu, señor, la conoces entera

me aprietas por detràs y por delante

y colocas tu mano sobre mi.

Me supera ese prodigio de saber,

son alturas que no puedo alcanzar

¿A dònde irè lejos de tu espiritu,

a dònde huirè lejos de tu rostro?

Si escalo los cielos, tu allì estas.

Si me acuesto entre los muertos

allì tambièn estàs.

Si le pido las alas a la aurora

para irme a la otra orilla del mar

tambièn allà me conduce

y me tiene tomado tu derecha.

Si digo entonces:

¡ Que me oculten, al menos las tinieblas

y la luz se haga noche sobre mi!

Mas para ti no son oscuras las tinieblas

y la noche es luminosa como el dìa.

Pues eres tù quien formò mis riñones,

quien me tejiò en el seno de mi madre.

Te doy gracias por tantas maravillas,

admirables son tus obras

y mi alma bien lo sabe.

Mis huesos no te estaban ocultos

cuando yo era formado en el secreto

abordado en lo profundo de la tierra.

Tus ojos veian todos mis dias

todos ya estaban escritos en tu libro,

y contados antes que existiera uno de ellos.

¡ Tus pensamietos, Dios, cuanto me superan,

que impresionante es su consejo !

¿Pormenorizados? son mas que las arenas

nunca terminare de estar contigo.

¡ Ojalà, oh Dios, mataras al malvado

y se alejaran de mi los sanguinarios,

arman maquinaciones en tu contra

y no toman en cuenta tus declaraciones!

Señor, ¿No debo odiar a los que te odian

y estar hastiado de los que te atacan?

Con un odio perfecto yo los odio

y para mi tambièn son enemigos.

Examiname, oh Dios, mira mi corazon,

ponme a prueba y conoce mi inquietud

fijate si es que voy por mal camino

y condùceme por la antigua senda.