RICARDO ALVAREZ

1- FLOR DE SETIEMBRE - 2- LOS LASCIVOS

1- FLOR DE SETIEMBRE

 

 

Flor de setiembre

renace esperanza

de verde laurel.

 

Tocan las ramas

hojas de brisa en toneles

de agua limpia.

 

Notas del árbol

ya acústicas bajan

a tu oído humano.

 

Reviven sueños

ecos de caracolas que

sonidos cuajan...

 

Encienden leños.

Circulo de amantes

nuevo estreno.

 

Profundidad del alma

respiran jardines de peños, a

                                          aire de flores huelen tus barrancas.

 

 

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2- LOS LASCIVOS

 

 

 

Flexibles pies deslizan monumentos en la vereda

Como félidas que esconden su puñal bajo la ropa,

Absorben el placer intuitivo de la líquida luz

En mañanas apacibles o noches de calma.

 

Con femenino instinto incorrupto bambolean las llamas

Mientras los inescrupulosos babean su lengua en la copa.

Esa maldita sed que no sacia sus venas de pus y

Se encierran en un infierno mártir de roja alameda.

 

¿Y que hay al brillo de liquidas retinas?

Ojos azules y negros tras un oceánico horizonte,

Turgentes muslos que los pies buscan

En la senda del amor donde el bosque tiembla.

 

Vestales diosas ante quien el hambre yugular se inclina

Destrozan en temblores palabras rústicas, los mórbidos

Marcan en su libro de hoja ocre el boceto del  bosque,

Imaginan senos desnudos ardientes como brasas de leña.

 

Esos corazones que hablan sin confidencia

Se pierden en los planos de carnes blancas

En el mercado de la oferta imaginaria aumentan su fiebre

Y emiten en metales o papeles el crédito anticipado.

 

Más no todas las blancas o negras están a la venta

Hay mujeres que blanden caderas en la batalla de la libída cana

Vampiresas que aullando devotas son suplicio horadando sienes

Entre glándulas avejentadas hay semillas inútiles en el sembrado.

 

Para las vírgenes honestas de noches solitarias

Hay crispadas bocas que gritan por su llanto

Damas de pueblo, callejeras de alto encanto

Que en vano apetecen esos antros paganos en desgracia.

 

El eco avergonzado de las paredes les guarda compasión

Y las sirenas errantes salvan sus inquietudes

Pero no hay pócimas para esas almas sin virtudes

Porque las urnas de su pecho no estrenaron el don del amor.

 

 

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