Me refugié en el salón de los espejos
para ser invisible, y poder observar
aquí me escondí tras mil reflejos,
a veces me sentí perdida
pero era el precio por creerme a salvo.
Nadie podía encontrarme,
a veces ni yo misma.
Nadie podía ver a mí certeramente
siempre esquiva, un poco fierecilla,
tonta que no sabe cómo defenderse.
Quería ser sigilosa, esquivar nuevas cacerías
pero no supe salir bien librada.
También herí y muchas veces pensé
que hacía lo que era justo,
pero descubrí que no era así,
que pierde más quien hiere
que quien alguna vez es herido.
Voy aprendiendo de las heridas
de la naturaleza propia y de la ajena,
de cada una de las experiencias
que me va enseñando el camino.
Voy aprendiendo de mis errores
y un poco también de mis aciertos
de eso se trata la vida, de continuar...
Abrí mi corazón unas pocas veces
hasta saberlo vulnerable,
y como si fuera una concha
que ante la amenza se cierra
se aisló el mío cuando temía.
Y aunque esté enclaustrado
jamás se abrió en vano
dentro de él la partícula
va formando siempre una perla,
pero jamás se puede esperar
ver algo así acabado
de un momento a otro.
- Mis Sentimientos