Oh! Perlada luz que ilumina
la banalidad de los años primos,
mientras la vida sin prisa
te enseña los caminos del destino
para templar tu espíritu
y hacerte más benigno contigo…
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Solo así lograrás ver la sabiduría del otro:
si es que dentro de ti la transportas.
De otro modo, tu ceguera y sordera
no permitirán que llegues a oidor experto ser
y disfrutar la luz que emana de tu interior
porque no lograrás proyectarla…
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Aprende en el camino de la vida
para alumbrar radiante tu propio ocaso
y el de aquél que se cruce en tu paso
trascendiendo en esta vida con un legado postrero:
el de tu gracia y consuelo, para contigo primero.
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La juventud: pócima deliciosa que perturba los sentidos,
cuánta alegría y tristeza permite vivir a cada quien,
además de los traspiés evitar y enaltecer los sabores.
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Sin embargo, no siempre se aprende bien a gozar en el vivir,
porque más fácil culpar a otro es
y mantenerse en postrimero lamento de la desgracia
que por propia decisión envilece tu corazón
hasta obnubilar tu razón sin darte una oportunidad
de cambiar tu pensar y mejorar cada acción
para cosechar y recoger frutos sabrosos
que saciaran tu alegría en el misterio de la vida.
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