Alberto Moll

Amor realizado

 

¡Qué aromas amenos de flores soñadas,

bosques fabulosos y verdes praderas

aromatizaban las horas doradas

de nuestras sutiles caricias primeras!

 

Las primeras citas, de ilusión henchidas;

la intensa impaciencia de esperas ansiosas

por que nuestras manos vibraran unidas

y nuestras miradas brillaran fogosas.

 

¡Qué mágicas tardes de cálidos besos

y abrazos de brasa, con la complacencia

de un sol declinante con guiños traviesos,

cómplice amistoso de nuestra vehemencia!

 

Febriles progresos de amorosos lazos

un cordial destino nos fue deparando.

Y, así, nuestros cuerpos, entre nuestros brazos,

ardorosamente se iban fusionando.

 

Y el paso del tiempo selló nuestras vidas,

fundió nuestros cuerpos, y en frutos vivientes

transmutó fecundo las llamas prendidas

en días lejanos de amores nacientes.