Te amo, te siento y te escucho
aunque mares nos separan
aún te escucho en mi pecho,
tus gemidos emanan,
como lava, desde el centro
un calor fogoso y ardiente
que consume poco a poco
mis sueños.
En la noche, cuando amanece;
ahí en el horizonte andante,
te busco, te grito y no escuchas,
mi silencio desterrado al olvido,
y en mi gélida cuna,
mi ser yace
susurrando tu nombre.