Colosal fuerza de golas arrastra el viento.
Tu pareces tallo de espiga que no declina,
te elevas en altura y debo escalar
mis ojos hacia la tierna mirada.
Ensancho mi abrazo para contenerte
y que no te diluyas en su círculo
mientras merma el sonoro estrépito soplante
escucho los ruidos de tu cuerpo
retumbar dentro del pecho,
te tuerces como el cuello del girasol sonriente
cuando el viento desata su última amarra.
Yo te voy amando en el rodar del sueño
con los pelos erizados de mi continente
y veo desenredarse las ráfagas
en los pájaros volantes que por ti cantan.
Con la pausa de la brisa
festejo tu pelo del enebro.
Con certidumbre de cóndor
te oteo por las noches
y en ese panorama de firmamento,
confirmo amada,
que con las raíces de tu pelo gobiernas al viento.
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