Son indiferentes la ventana y el balcón,
que miran todavía a donde no quiero ver,
para no descubrir que las cosas ya no son
iguales, y que tú jamás has de volver.
Me son indiferentes perdieron la atracción,
perdieron el encanto ante mis ojos ayer,
al ver que se alejaba sin dar explicación,
la tarde silenciosa vestida de mujer.
Abierta mi ventana permanece -hasta hoy-,
y no se cuánto más habré de permanecer,
con esta indiferencia, con esta sensación.
Si soy diferente, diferente ahora soy
porque ahora soy indiferente ante cualquier
-cosa- excepto a este sentir de mi corazón.