Acaso fueron aquellos recuerdos,
los mismos que alentaron
momentos de lujuriosa soledad
entre los pastizales, recordándote,
encima de mí, acariciando mis partes,
mordiendo mi cuerpo con insinuante intrepidez.
Todo ello me convirtió en un necio pervertido
que entre tiempos y distancias te recuerda con pasión.
Con esas piernas morenas cubiertas de sudor,
enganchadas en mi cuerpo con ardiente seducción.
Quizás esos besos que ardían en mi boca
o los violentos mordiscos en mi cuello
como si fueras una boa con apetito fatal.
Eres un sueño frenético que recluye mi mente
comprimiendo mi pecho hasta hacerme estallar.
Eras tú, no más que una bestia
que hoy desearía cobijar con el ardor de mi piel.
CARLOS A. BADARACCO
13/11/13
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