Calla de soledad sentida
al suspirar el amargo lamento,
entre recuerdos perdidos al azar
de la ausencia de una mirada olvidada.
Cuando la noche se torna errante
y vuelve el incesante sollozo
que palpita entre el frágil sosiego,
enredado en el impasible tálamo.
Cuando ya no quedan lágrimas furtivas
que derramar sobre el vientre apagado,
abandonado al indolente desconsuelo
que se evapora en el desolado llanto…
Apenas queda un soplo de aliento
para dormitar en el indeleble desvelo,
tan solo aquellas pinceladas de nostalgia,
de ese amor perdido en un beso,
que ya ni siquiera pertenece al recuerdo...
Tal vez al lánguido tormento
de la soledad de otro amanecer.