Tranquilo silencio que no quiero interrumpir ni en el más hermoso amanecer; ¡¿cómo es posible que un frío atardecer quiera en mi largo sueño irrumpir?!
Mago celestial de pensamientos abiertos, que permites formarse olas en el mar; ¡¿cómo es que será posible amar allá en el valle de los muertos?!
Dime, mago, que a mi antojo me dejas buscar como loco un incierto destino y a veces tu mano no me echas.
Que no quiero batir un récord de quejas por lo que del infinito cielo no vino a caer en mis épocas derechas.