Y ahora de qué
me puedo quejar:
de nada, porque
con nada llegué
y nada me llevaré,
con nada viví en esta tierra;
siempre estuvo presente
la nada.
Fue lo único
que en mi vida conocí,
lo único que encontré al nacer,
con lo que siempre viví,
con lo que moriré.
El vacío de la nada,
es soledad y silencio,
tengo miedo, lucho,
me resisto, sufro.
Siempre me equivoco,
cuando me comparo
con los demás.
Pienso que sé
como viven otros,
lo que son otros,
lo que poseen otros.
Cuando los otros sueñan
lo que son y poseen,
porque ser y poseer
nunca se ha podido
ni se podrá ni se puede,
se va con la muerte,
se engaña y engaña
quien se lo cree.
El vacío de la nada,
es la buena tierra,
para que la semilla
del SER verdadero,
renazca, florezca,
en ti reviva.
Ese SER nunca muere,
es eterno.