Me buscarás un día, quien sabe cuando...
tal vez no tardes; yo, solitario
puede que me halle...
y te esté esperando...
Me buscarán tus ojos, desconcertada,
porque estarás perdida...
¡tú sabes bien, querida:
que yo tengo el otro lado de tu mirada!
Me buscarán tus manos rosadas...
porque extrañarán los días
en que, junto a las mías,
tenían alas cual mariposas...
Me buscará tu boca carnosa
¡qué tanto deseara gastar con besos!
y hacer más finos tus labios, esos
que ya no tengo... y mi boca extraña.
Tus pensamientos, en la maraña
de tus deseos y de tus miedos,
tejerán fantasías donde me tienes...
me buscará tu mente...
y me buscará tu cuerpo...
Cuando te enteres
¡qué sí!, me amabas y te engañaste,
no desesperes... tal vez sea tiempo,
¡y aún yo espere!