Una visita más a solas contigo.
Tan acostumbrado a visitarte estoy,
que cuando no lo hago me falta algo.
Puedo pensar en Ti, estando en la calle
o en mi casa, o en cualquier lugar...
Pero siempre mi necesidad
es la de estar frente a tu presencia.
Hoy, una visita distinta.
Siempre vengo a agradecerte
en nombre mío y en el de
los demás seres...del mundo.
Incluyo en el día de hoy,
mi agradecimiento.
También por la paz,
la salud, el amor,
el trabajo de mis semejantes.
Pero hoy, vengo a contarte
brevemente Señor, algo
que ha ocurrido en mi barrio.
Un ladrón asesino
merodeaba la zona.
Toca timbre en una casa.
Preguntan por el portero
quién es el que llama.
Contesta: \"correo\".
Abren la puerta,
el maleante se introduce
de inmediato a la casa,
amenzando a su propietaria,
le entregue todo el dinero
que hubiese en la casa.
Esta mujer se aterra ante la presencia
de este intruso que
viene a asaltarle su propiedad.
Realmente sola estaba
en la casa.
Le coloca una cinta adhesiva
sobre sus labios.
\"Deme el dinero,
o la mato\", le dice el delincuente.
Ella niega con la cabeza.
Él la abofetea.
El ladrón entra en estado
de nervios y desesperación.
La toma de sus cabellos,
y tira de ellos como si fuesen una soga.
La mujer accede a su pedido.
Le indica en la biblioteca
la existencia de un libro...
Le da a entender al maleante
que le saque la venda.
Éste lo hace.
La mujer le informa que en
determinado libro...
allí está el dinero que busca.
En distintas páginas de éste,
encuentra mil dólares.
Los guarda en sus bolsillos.
\"Sé que usted me conoce, señora.
Sabe quién soy...pero si llegase
a delatarme...juro que la he de matar...
Hoy nada más le haré.
Sólo tápese la boca,
y no hable.
Ni a su esposo, ni a sus hijos,
porque soy capaz de asesinarlos a todos...
me entiende, señora, ¿verdad?\"
Ella, pacíficamente, le responde
que entendió, y que
se despreocupe, que nada dirá.
\"Adiós señora...mantenga silencio total,
si es que quiere seguir con vida,
y asegurar la de su familia. Adiós.\"
Ya te he relatado
lo que sucedió en mi barrio, Señor.
Oh, Señor, me arrepiento
tanto de lo que he hecho...
Sí, soy yo el delincuente asesino...
Es una sorpresa para Ti,
y también lo es para mí...
Estoy en una situación muy apremiante...
y he cometido la locura
de hacer lo que hice.
¡Me arrepiento, Señor,
estoy acongojado,
y completamente arrepentido!...
Mírame Señor... mírame
y dime qué es lo que
debo hacer, porque ante mi arrepentimiento
y vergüenza, sería capaz de quitarme la vida...
Mírame Señor...
Sí, ya sé, te comprendo...
He de arriesgarme, lo haré, sí...
Tuve la valentía de robar...
y ahora he de tenerla
para devolver lo que no me pertenece...
Pase lo que me pase,
gracias Jesús por indicarme
una vez más el buen camino...
Me presentaré ante ellos,
les devolveré su dinero...
aunque tenga que pagar
mi delito con la cárcel.
Hasta siempre Jesús,
gracias, y no te olvides
que sabiéndome pecador...
TE AMO.
Derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto - 16/11/2013)