Se que lo más probable es que ya hayas notado
el par de maletas apostadas en la puerta,
y que acompañan a este recado que,
más bien es mi carta de despedida
y conste que tuve la cortesía de avisarte.
La verdad, es que ya es muy grande mi cansancio
de verte en esa mecedora, sentado,
hojeando masoquistamente, páginas y páginas
de glorias pasadas, amores perdidos o lamentos y carencias,
todos ya fenecidos, como rosas marchitas
entre las hojas de un libro.
En otras ocasiones, caminas detrás de mí,
halándome la ropa por la espalda…
eso es muy molesto,
y más cuando volteo y te miro con las rodillas tambaleantes,
porque ya no puedes con tanto peso,
¡Tira ya de una buena vez esos cadáveres que traes cargando!
Sabes, ya comienzas a heder igual que ellos.
No me lo tomes a mal, ni tampoco a ingratitud,
aunque tampoco espero tu aprobación,
pero creo que ya conviví demasiado contigo,
y aprendí de ti lo que debía aprender,
quizá, de vez en cuando acuda a ti para pedirte un consejo,
pero créeme, eso será todo,
y por favor, no esperes más de mí.
No te preocupes, no te echaré de mi casa,
las maletas no son tuyas sino mías,
soy yo quien se marcha,
te dejo atrás, como desde hace mucho debí haberlo hecho,
aunque prometo no olvidarte,
pero no quiero vivir más de ti,
ni marchitarme o terminar pudriéndome contigo,
ahora podrás seguir languideciendo a placer.
La vida cree que me lleva una carrera de ventaja,
Pero yo pienso alcanzarla…
Y demostrarle que yo corro más rápido que ella.
ATENTAMENTE:
Alguien que no piensa ni quiere seguir siendo tu rehén.
AUTOR: Beatriz Contreras Encarnación