Se arraigó la voluptuosa flor...
encerrada en su dolor de vientre,
se cerraron sus pétalos
y desapareció el botón
escondido en el hiriente
ropaje de su piel ardiente…
.
Se desplomó el nardo...
se bañó en su lava
de sabor candente
y olor a vuelo de colibrí
cuando bebe de la flor silvestre…
.
Se fundieron los brazos
en los cuerpos yertos…
se cansaron los besos
de seguir en duelos…
.
¿Los amantes?
Las embestidas suspendieron
de sus luchas reinantes
con olor a cuerpos salubres...
.
Cuando la luna no llene
el firmamento de plata,
cuando las estrellas
no murmuren titilantes,
cuando el lucero
no beba de la oscuridad
del hemisferio celeste:
.
fallecerán los amantes…
sin su cama de semen,
sin su libido candente,
sin pechos turgentes,
sin caderas danzantes,
sin sexo imperante
y sin piernas… que enreden…
cuando arde la sangre
y el corazón se desboque…
del extenuante galope
que la lujuria provoque.
.
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