(La fortuna te rodea de amigos, pero el infortunio, la
necesidad o la desgracia te muestra a los verdaderos)
Ante la indefectible realidad de la muerte,
en la despareja suerte de los destinos,
la soledad es el final camino;
pero antes que ésta llegue
te acompañan los amigos.
Cuando la fama o fortuna,
por trabajos o caprichos,
van y vienen, cambiando hijos...
Cuando los tiempos se pasan,
el futuro nos alcanza
y las ausencias llegan...
Cuando en las horas navegan,
cual fantasmales navíos:
ansias, recuerdos, tristezas...
si algún amigo acompaña,
¡así no es tanta la pena!
Una mano sobre el hombro
cuando las lágrimas ruedan,
¡un préstamo en la pobreza!,
una cama, pan y vino... una sonrisa,
amigos: ¡no es sólo fiesta!
Ellos son piedras preciosas,
¡mejor que oro o riquezas!