Roberto Carlos Pomares

Sólo un instante...

Sólo un instante...

una locura de trasnochadas

palabras,

inescrupulosa e insistente,

martillando el cráneo,

cincelando un amalgama

de sincretismo

y cada inquietud del alma;

un trepidante ensueño,

un descalabro de pensamientos...

un andar entre las sombras,

entre decires y sindecires,

entre demonios y sin ángeles

porque no existen,

porque son un arrebato

de pálida esperanza

-como lo ha expresado el poeta-

casi moribunda,

harta lapidada,

por la sobrada escacez

de creer  en algo,

en un mito,

en un dios inmenso, inescrutable...

inmutable, magnífico.

Sí, ángeles,

abruptos y dogmáticos,

más humanos

y endebles que divinos,

cargados de una grande historicidad

irremediable de la existencia,

aunque no existen

más que en la desesperación

de nuestras almas,

para salvarnos de tanta infinita

ignorancia.