jorge enrique mantilla

CUANDO MUERA, NO QUIERO LLANTO, NI FLORES

CUANDO MUERA, NO QUIERO LLANTO, NI FLOREZ

 

Cuando muera, espero tranquilidad, sin llanto que conmueva

En el silencio de la estancia, sin lágrimas, por quién derramar

Sin pergaminos, ni diplomas, que al fin y al cabo, el viento se lleva

Sin el beso y el abrazo de alguien, que un día, quise amar

 

Cuando parta,  no quiero pésames, ni sufragios morados

Ni flores blancas, ni amarillas, ni papel picado

Sin cortejo fúnebre y en un cajón de esos usados

Espero ver desde arriba, mi cuerpo, allí metido y apretujado

 

Cuando me haya ido, allí desnudo o con ropa de alquiler

Sin herencias, ni migajas, ni nada que repartir

De limosnas no se hable en vida, que alguien las tendrá que compartir

Con deudas, de esas que ahogan, algún conocido, las podrá diferir

 

Cuando marche y desande, con rastros que se esfumaron

En los laberintos de la idiosincrasia, esparcidos en la oscuridad

Sin ataduras, ni compromisos, de los delirios que un día acabaron

Y que la parca, borró de un tajo y en penumbras quedó, la libertad

 

Cuando muera, no quiero letreros, ni mausoleos

Y en hornos que operé un día, arda en llamas, sin miramientos, ni contemplación

Y las cenizas, sean esparcidas en tierra bruta, sin clase de lamentos

Que la naturaleza trille el recuerdo y florezca en emancipación

 

Cuando el corazón, deje de latir y el cuerpo frío, a adormecer

La pasión por la vida, se extinguirá rauda y a lo lejos, fenecida

Ya es tarde para rendir cuentas, el alma, empieza a padecer

Volar por los vericuetos del infinito, las tinieblas, arroparán, agradecida

 

Cuando muera, no quiero flores, ni canto en llanto

Ni lloriqueos, con abrazos cargados de manto

Ni lágrimas lastimeras, por las mejillas, si por fuerza, quiera derramar

Ni golpes de pecho, si su corazón, no supo amar

No quiero saber, que tan bueno era, si por fin, me fui a descansar

En el silencio de las miradas, que tan malo era, ni las súplicas, me hicieron arrodillar

 

Quiero irme tranquilo, sabiendo que mis versos

Que vienen de bien adentro de mi pensamiento

Fueron esparcidos, como arenas que lleva el viento

Y a los que las leyeron, algo les quedó, de mi sentimiento

Espero que perduren mis poesías, como el cielo azul, de nuestro firmamento

No importa que mi cuerpo, yace  en un sepulcro frío y lóbrego

Y que  mi alma, haya partido, a algún lugar del infinito, desconocido”

 

“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga nov-2013