En abrazos vivimos en pompa y alegría,
eran majestuosos albores de las mañanas,
éramos ajenos a todas lastimas vanas
en calor del amor no cabía noche fría.
El porvenir nuestro casi el cielo desafía
degusto y bebía la miel de unos labios granas,
gozábamos de todas las delicias humanas
en perfecta armonía pasamos cada día.
En aquellos tiempos en dicha total me vieron.
Pero ufano alegre con prontitud expiraron
antes de envejecer, en el florido jardín
sin tiempo dejó de florecer las bellas flores.
Ahora sin amor se me acentúan temores
espero que llegue el fin a este largo trajín.
El señor de los fierros
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Iniciamos una hermosa novela de amor, hoy solo procuro terminar esa misma historia con honor…