En la espesura inasible
donde mi alma habitará un día,
tal vez no exista ni tiempo ni distancia,
y sólo haya la paradoja de la nada...
“Tal vez” son las palabras más precisas
para definir exactamente la ignorancia,
tal vez, entonces, y de ese modo
en la nada logre saberlo todo.
Me fui a los sabios de la filosofía
(en sus escritos y en sus propios labios),
bebí la ciencia y la sabiduría
por muchos años...
Seguí tan tonto como fui hasta ahora,
sólo que tengo muchas más preguntas,
más ignorancias y un montón de dudas.
Espero ansioso que las negras sombras
llenen mis ojos con la eterna ausencia,
y entonces puedan abrirse a mi alma
las secretas puertas... la verdad completa.
¿Dónde está la muerte?, ¿dónde está la vida?,
¿qué absurda mentira es eso de la suerte?,
si todos nacemos a vivir muriendo,
¡y lo vamos haciendo un día cada día!
Tal vez haya llegado ya a la locura
(que es otra frontera que da con la nada),
pero baten palmas a mis extravagancias,
aunque no me entienden... (tampoco procuran).
Cuando (con palabras) les dibujo mitos,
cuando escribo rimas o invento metáforas,
aún rompiendo reglas, obtengo laureles
(que muy bien me vienen para echar al guiso).
¡No quiero laureles!, ¿para qué aplausos...?,
¡tráiganme más vino, música y mujeres...
o cualquier veneno! (y no me hagan caso).