Suelo amurallado de verde primor
esa tierra enfurecida contra Roma,
señalando las fronteras al Imperio
luchan por su distinguida libertad,
sumida en misterio y magnetismo
con montes de valles insondables,
por las Legiones de Roma acosada
como albor de rayo en la tormenta,
celosa paladina con viejos pueblos
iracunda contra legiones romanas.
Protegida por dioses de montañas
por la mandrágora entre la piedra,
selva orgánica con aires de verdor
al querer ser libre esta enfurecida,
sangrando de la ira están los hijos
verde casta en bosques profundos,
con altos montes entre esos Valles
quiere luchar y morir ese cántabro,
entre gris escajo de los robledales
con limpia lágrima de su alborada.
Ellos son tus hijos, Astur el bizarro
Herdo el filósofo, Lupo el guerrero,
todos son admirados por su gente
por el secreto poder de la hombría,
son legítimos hijos de su montaña
Astur menudo como Druida genial,
galopa solo entre la verde negrura
montando en ese valeroso caballo,
galopa raudo como si fuese viento
mientras el sol brilla en las alturas.
Fundiendo la bruma en la mañana
su muerte se oculta en las colinas,
por la voracidad de la loba romana
los hombres, mueren por su tierra,
arropado con el albor de hojarasca
con sus caricias del adiós a la vida,
al morir en liza queman su cuerpo
con un rito y un canto a la muerte,
con sonidos de cuernas de aduces
devolviendo a su tierra su materia.
--- Fin de la 1ª parte ---
Autor:
Críspulo Cortés Cortés
El Hombre de la Rosa
19 de noviembre 2013