Oscar Perez

El epitafio

El epitafio

 

La amarraron contra un árbol, la palabra

fue amarrada contra un árbol, la patearon,

la golpearon con las ramas de aquel mismo árbol,

y allí quedó, sangrando, destrozada,

cubierta por jirones de su significado,

goteando letra a letra un último sentido.

Los pájaros huyeron, las hojas

cayeron por montones, inútiles, silentes,

el viento las llevó a lejanos pueblos

donde nadie las vio ni se enteró de la paliza,

el mismo viento se olvidó de dar aviso,

así que las usinas se encendieron puntualmente

y la gente llegó a sus sitios de trabajo cual si nada,

los niños a la escuela, las mujeres

a su telar o a la harina que escondía el pan radiante,

el perro al manantial, sediento y cabizbajo,

o a los pies descalzos del mendigo en plena plaza.

Otras palabras tampoco se enteraron,

siguieron palpitando bajo el pulso de la boca,

encadenando frases en la masa del cerebro,

avizorando frutos donde recién hubo semillas

y acompañando al hombre en sus sencillos equipajes,

de luz a luz y en plena noche vueltas beso,

recóndita oración por todo aquel que ya no vuelve,

secreto talismán rumbo a los sueños no cumplidos.

Aquella, sin embargo, la palabra

que se quedó amarrada y sin saber por qué motivo,

se acordó aquella noche una por una de las otras,

sus hermanas, sus vecinas, sus antónimos, sus verbos,

aquel vocabulario en que encajaba como el guante

que se desprende de una novia para el beso que consagra

en el altar la unión con el galán que la desposa.

Sin ceremonia fue vejada, sin anillo,

su noche de pasión fue de tormento,

no tuvo fiesta ni hogar, no tuvo cama

en que entregar su cuerpo virgen ante la blanca madre luna,

la palabra palpitó muy brevemente y se fue al cielo,

desde entonces y en su nombre cada cosa

tiene una sombra, cual ya ves, en homenaje a esa palabra.

 

http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/

 

19 11 13