Que belleza tan exuberante la que le otorgó el Creador
A ese ser noble, que alivia el dolor; de una presencia tan excitante;
Algo tiene, además de ternura, y no es ese tan exquisito aroma
Ni ese sabor que a su boca asoma ni siquiera es toda su hermosura;
Es algo esencial y trascendente, algo que esconde su tibia piel
Lo que queda de la luz de Aquél, algo muy níveo e incandescente;
Es ese fuego que jamás quema, es esa luz que jamás deslumbra,
Es esa puerta de la penumbra, es sólo amor, su fuerza suprema…