Acompáñame, no te inhibas, desnuda tu cuerpo pero más aún tu alma, cúbreme entre tus brazos para perderme en medio del calor que desprende tu cálida piel; desborda mis emociones al compás de tu respiración, evoca sobre mis curvas la montaña rusa de la pasión, sacia tus sed de mis fuentes benditas, mientras te rindes a la perdición que te ofrece mi cuerpo. Piérdete en mi mirada, conectémonos a través de nuestros ojos, aquí, entre las sabanas las palabras sobran cuando nuestros cuerpos hablan. Silencio, que nuestras bocas rechacen el reclamo del otro, que tus labios reciten el mejor de los versos posados en mi piel, sin dudarlo recibirán su respuesta. No huyas a lo que sentimos, a lo que deseamos. Desatemos la locura que nos consume, rompamos este magnetismo que nos cubre cuando nuestros cuerpos se rozan, acompáñame… sí acompáñame para que juntos nos cubramos con el velo blanco que envuelve nuestras mentes, cuando húmedamente nuestros cuerpos se encuentren cómodos paralelamente en el otro…