Sin tus manos, sin tu cuerpo.
Se durmió la noche,
con un leve quejido.
Te espere y no llegaste,
enmudecieron mis latidos.
Una llamada pendiente,
al menos para avisarme,
que esta noche no vendrías...
que podrías ausentarte.
Vestida me recosté,
con mis labios aun pintados;
que para besar a los tuyos,
llenos de sed esperaron.
Sollozando en mi cama,
sintiendo ese gran vacío,
el calor no vino al nido
y sin sueños me quede.
Sin el calor de tu aliento,
sin tus manos, sin tu cuerpo.
Sola...como en un acto de fe.
Teresa Suárez.
17/11/13