Alguna que otra noche, me cuestiono y me respondo,
tras hurgar en mi mente y respirando muy hondo,
le expongo mis asuntos a Selene.
Ella me mira con su faz nívea,
con solemne actitud de antigua geisha,
y hablamos en una lengua
que solo ella y yo conocemos,
y presta atención a todas mi nimiedades,
de esas, por las que solemos preocuparnos los humanos;
en mi sinsentido me sonrío
y ella me contesta con una caricia de plata.
Olas van, olas vienen y, en este mar de gente,
los amores se diluyen, llegan y se ausentan
y tú siempre a mi puerta, aguardando fiel Selene.
AUTOR:Beatriz Contreras Encarnación