Llueven lenguas de poemas tristes,
armonías de charcos sabor a espejos rotos,
pasos firmes a resbaladizos sonetos ateos a Judas,
gotas sobre tejados agraviantes de versos adversos a ti.
Llueven glándulas afroditas sin son en do menor,
agua violando el tejado del bajo vientre, ni con roces, ni con ancestros abucheos dobladores de orgasmos, eluden esa poca fe de la lluvia clandestina.
Llueven despedidas en lágrimas de despedidas enojadas de mas o menos cosas,
de mesita de noche en habitación del hotel sinfonía sorda, mientras Beethoven folla su ultima carta, su mejor poema jamas escrito.