Ofreciéndote mis requiebros
viajo con expresión de luz
a la inmensa floresta,
colectando fragancias de candor
y el desnudo néctar:
como un poeta azur...
Amada ven,
Reina mía.
Que el inmenso mundo, es nuestro
santuario y cofradía,
ese eterno ansiado Edén
donde impera y nace
un bálsamo denso
penitente de poesía.
Amada ven,
Reina mía.
Que como gnomo viejo yo te cuente
la creación del rubí
en lo profundo del seno
de la madre - hembra - Tierra:
\"de cuyo vientre moreno emerge
la savia creadora eterna
del tronco del roble,
y el tesoro del agua espéculo,
junto al rosal
símbolos del amor carnal
y semillero de sangre ardiente\".
Amada ven,
Reina mía.
Que yo te contaré vehemente
cómo surgió el volcán de amor por tí;
aunque ya lo percibías en mí,
latente...
Amada ven,
Reina mía.
Goza conmigo el vivir
de la rosa, casi bermellón.
La palidez de la luna,
y la onda penetrante jazmín;
y la violeta, que en su color
va apagándose trémula...
Y el dolor de virgen que en su desnudez de viento
muestra la púdica fuente, de la que dicen:
\"Solo del Amor nace, la necesidad del beso\".