Empuña su antorcha el que ha vencido
sin dejarse amagar por la desdicha;
a todo humano la vida vapulea y
tras la fiera tempestad que le ha mermado
levántase aún más fortalecido,
pues sus miedos al fín se han aplacado.
Sin estar más bajo la férula y el yugo
de tan despiadado e implacable enemigo,
tras la lucha en su interior sobrecogido
recupera invencible fiero aplomo,
se lanza a la conquista de sus sueños
largamente albergados con ahínco
y en tal empresa entregando hasta la vida.