Vengo pacientemente,
a apelar por tu perdón,
pues quiero en un futuro,
decirle a mi corazón,
“hice todo lo posible,
pero su orgullo ganó”.
Sabes cuando me enojo,
me gana la ofuscación,
suelo ver todo rojo,
soy irónica, hiriente, atroz,
arpía condescendiente,
dominada por la sinrazón.
Luego cuando me calmo,
cuando vuelvo a ser yo,
me arrepiento de lo dicho,
o de la forma de expresión,
ningún motivo justifica,
lastimar al interlocutor.
Eres un grande amigo,
por ello apelo tu perdón,
no creo sea humillarse,
reconocer un error,
es de humanos cometerlos,
sabes de mi imperfección.
Reconozco nada estira,
el papel que se arrugó,
que “el castigo no supere la falta”,
remediemos esta cuestión,
continuemos siendo amigos,
se de los dos el mejor